06 julio, 2005

Él no lo haría

Un año más, junto con la temida ola de calor, llega también la avalancha de abandono de animales de compañía.
El problema radica en que muchos propietarios no saben dónde dejar su mascota durante las vacaciones y no se les ocurre otra cosa mejor que abandonarlos a su suerte en mitad de la carretera, en el monte o incluso tirarlo por la ventanilla del coche en marcha, por increíble que esto último parezca. Los métodos de abandono son tantos y tan crueles que merecerían un artículo, o mejor, un libro entero dedicado al efecto.

Procnatur, desde estas líneas, quiere proponer algunas alternativas más “saludables” al abandono (si es que éste puede considerarse como alternativa razonable).La mejor opción, sin duda, es viajar junto con nuestra mascota ya que, al fin y al cabo, no deja de ser un miembro más de nuestra familia. Hay hoteles, apartamentos y casas rurales dónde permiten la entrada de animales sin problema, así que no está de más tener en cuenta este requisito antes de escoger nuestro destino de veraneo.

En el caso de que viajar con el animal resulte imposible, la opción preferente es dejarlo con un familiar o conocido de confianza, ya que habitualmente son personas a las que nuestra mascota ya conoce y por tanto la separación le resultará menos traumática. Queremos recordar, si cabe, que un animal de compañía siente tristeza y ansiedad cuando nos separamos de él. Puede incluso dejar de comer y jugar o mostrarse apático si la separación se prolonga varios días.
También existen residencias caninas que cuidarán de nuestra mascota durante nuestra ausencia, aunque en este caso, lo ideal sería ir habituando al animal poco a poco a uno de estos “hoteles caninos”. Se trata de dejar al animal unas horas y luego pasar a recogerlo para que se vaya familiarizando con el nuevo hogar provisional.
Por último y para los que prefieran la opción del abandono, sólo nos queda aconsejarles que se den una vuelta por cualquier refugio para animales abandonados y observen con detalle la pésima situación en la que se encuentran. Casi todos ellos tuvieron una familia antes. Un perro abandonado puede llegar a morir de pena, eso si antes no lo hace apaleado, por inanición, enfermedad o atropellado por un vehículo (con el peligro que esto representa para los humanos).

Como apreciación personal, me gustaría recordar a todos aquellos individuos que abandonan a sus mascotas que posiblemente algún día ellos mismos dependan completamente de los cuidados de otro ser humano para subsistir.
Por todo ello, no está de más resucitar el estupendo eslogan que en su día promoviese la perrita Pippin en la televisión pública: “Él no lo haría”.

No hay comentarios: