La temporada taurina este año ha sido especialmente fugaz, mediados de agosto y en Tarragona ya cuelgan el cartel de “cerrado”.
Los taurinos pretenden que creamos que el fenómeno se debe simplemente a una repentina e inusual escasez de público (normal, la sangre ya no vende como antes), pero digo yo que algo habrán tenido que ver las múltiples denuncias que el Partido Antitaurino ha interpuesto contra los responsables de la plaza, las cuales, una tras otra, acaban por materializarse en multa. Y es que los taurinos son obcecados y aunque la ley actual prohíbe expresamente la entrada de menores de 14 años al coso, ellos, como buenos reaccionarios, se la saltan a la torera y nunca mejor dicho.
Hasta la ridícula guardería que hizo instalar la empresa concesionaria de la plaza ha cerrado ya sus puertas antes incluso de finalizar la temporada.
El fin de la barbarie taurina está cada vez más cerca, coja asiento y no se lo pierda.
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