- Hombre feo, ¿que pasa?
De fondo se escuchaba ruido de coches y los tremendos alaridos de un perro joven, me he quedado extrañado porque mi amigo no tiene perro pero a los pocos segundos mis dudas se han aclarado. Mario me ha dicho con la voz apagada y entrecortada:
- Hola Jose, mira, que estoy aquí con el coche parado en la carretera, acaban de atropellar a un perro y bueno, está aquí conmigo…
- No, si ya le oigo desde aquí, ¿pero cómo está el animal?
- Pues creo que tiene una patita delantera rota, ha cruzado la carretera y casi lo aplastan tres coches, al final sólo uno le ha dado un golpe y estamos aquí algunos parados, no sabemos que hacer. Hemos llamado a la urbana y nos han dicho que intentarán localizar a alguien que se haga cargo. El perro lleva collar, ¿se te ocurre algo?
De fondo, el perro no dejaba de gemir.
- A ver, lo que te voy a decir es frustrante pero es la cruda realidad, no esperes que la Guardia Urbana te solucione “el marrón”, tienes que saber que en esta ciudad no hay ningún organismo oficial que se haga cargo de los gastos que ocasione atender al animal en un hospital veterinario. La guardia urbana nos ha llamado a nosotros en varias ocasiones y a cualquier hora para decirnos que habían encontrado perros y no sabían qué hacer con ellos, así que imagínate cómo está el asunto. Yo personalmente estoy muy cabreado con este tema, aquí todos reciclamos y pagamos nuestros impuestos, pero si tienes la mala fortuna de encontrarte con un perro herido en la carretera y no te haces cargo tú, el futuro del animal está muy negro. Puedes intentar ponerte en contacto con alguna protectora que tenga refugio, pero ya sabes que no van sobradas de dinero y seguramente no podrán pagar los gastos.
Mario permanecía callado escuchando y casi sin creerse que no existiera alguna entidad pública que se hiciese cargo del animal.
- Mario, ¿dices que lleva collar verdad?
- Sí.
- Pues nosotros tenemos máquina para leer los chips, a lo mejor tenemos suerte y no se trata de un perro abandonado.
- Espera Jose, me parece que viene el dueño…
Me quedo esperando unos segundos y cruzando los dedos para que la persona que se acerca sea el propietario del perro.
- Que dices, ¿el amo del perro está ahí?
- Sí, acaba de llegar, es el dueño, me parece que el perro se había escapado.
- Vale, luego hablamos, hazme un favor, asegúrate de que es el dueño y que se van a hacer cargo de él.
- Si, si, no te preocupes, ya habíamos pensado entre tres que hemos parado en hacernos cargo de los gastos, es lo menos que podemos hacer.
- Vale, me alegra que me digas eso porque la mayoría de gente habría pasado de largo. Luego hablamos.
Al cabo de unos minutos he vuelto a llamar a mi amigo y me ha dicho que efectivamente, el perro era de una fábrica que había al otro lado de la carretera y se había escapado, el dueño se lo había llevado ya al veterinario.
Por fortuna la historia ha acabado bien esta vez, pero en incontables ocasiones, las cosas no son así. En muchas ciudades españolas, por no decir en todas, hay una indefensión absoluta de los animales abandonados por parte de la administración. No es de recibo que, en una sociedad supuestamente moderna, la vida de los miles de animales que son atropellados cada año en nuestras carreteras dependa de la bondad de personas anónimas que tienen el nivel de humanidad y compasión suficiente como para parar y, en el mejor de los casos, ocuparse personalmente de ellos.
Las perreras municipales no son, ni mucho menos, el mejor lugar para un perro vagabundo. La función de estos centros está perfectamente definida y aunque en Lleida la gestión del centro ha mejorado considerablemente tras hacerse cargo de ella el partido de los verdes, la situación no está para tirar cohetes, ya que el sacrificio de animales sigue siendo práctica habitual.
En Lleida, hasta hace poco existía una iniciativa por parte de La Paeria (el Ayuntamiento) para acogerse a unos fondos que otorgaba la Generalitat de Catalunya con el fin de crear un centro de acogida para animales abandonados que se ocuparía de los perros y gatos vagabundos de la comarca del Segrià, para ello debía contar con el apoyo del Consell Comarcal del Segrià, el presidente del cual, el Sr. Gonçal Serrate, había mostrado su interés por el proyecto y se había colgado una preciosa medalla ante los medios de comunicación. Tendremos el ansiado centro de acogida, ¡por fin!
Al poco tiempo, Serrate, en un desfortunado momento de lucidez intelectual, pensó que sería mejor gastar el dinero en otros asuntos, a estas alturas creo que aún no tiene claro qué asuntos son esos, pero los perros ya han pasado a un plano indefinido en su escala de prioridades. Total, esto es una zona rural, aquí los perros no son un problema, tenemos pruebas de que cuando molestan, los paisanos ya saben lo que hay que hacer, dos tiros y al canal. Uno menos.
Y aquí no pasa nada, pensará el President del Consell Comarcal, juegos malabares, donde dije digo, digo Diego y nadie se entera de nada, et voilà!.
La clase política, cómo se les llena la boca a la hora de venderse al populacho…
Y mientras el reloj no se detiene. En 2007 entra en vigor la nueva ley de protección animal en Catalunya y quedará terminantemente prohibido sacrificar animales en las perreras municipales, a no ser que éstos sean enfermos terminales o tengan heridas incurables.
Aquí nos pillará el toro con los deberes sin hacer, como de costumbre y no será que no les hemos advertido. Por nuestra parte será un gustazo llenar de denuncias los buzones de algunos políticos hambrientos de voto.
Que se vayan preparando.